Parroquia de San Francisco
  La Misa bien celebrada
 

Nuestra Disposición ante la Misa ¿Cómo vivirla más profundamente? 

 

La puntualidad, la digna recepción de la Eucaristía y la Acción de Gracias elementos vitales para vivir bien la Misa

 

1. Procura venir con tiempo para prepararla 

Ven al menos unos minutos antes del comienzo de la Misa, para poder prepararla bien, es fundamental para que sea un verdadero encuentro con el Señor. Así puedes saludarlo con tranquilidad, está en el Sagrario esperándote, ponte en su presencia y, aproveha las hojas y lee las lecturas que se van a proclamar, o considera el milagro de amor al que vas a asistir en unos minutos.
La puntualidad es una virtud que hay que aprender a valorar. Es, por ejemplo, muestra de respeto y cariño con las personas con las que hemos quedado, y nos ayuda a dedicar el tiempo que requiere a cada cosa (los que asisten a un concierto, no pueden entrar en la sala hasta que termine la pieza, por respeto a quien toca y no molestar a quien escucha). La Misa, no lo olvides, es una cita de amor con Jesús, y sería impropio que le "robaras" el tiempo que Él quiere ofrecerte compartiéndolo contigo, entregándose por ti.

 

2. Oir misa entera significa participar desde la procesión de entrada hasta que el sacerdote vuelve a la sacristía 

La Misa empieza cuando el sacerdote se dirige al altar y nos ponemos en pie para recibirlo, porque representa a Cristo. Desde el primer momento cada detalle, si lo sigues con atención, está cargado de significado: besa el altar donde se va a ofrecer el Santo Sacrificio, nos invita a invocar a la Trinidad, después le pedimos perdón al Señor (si es domingo o solemnidad decimos el gloria), y nos ponemos a la escucha de la Palabra de Dioscon la Primera lectura. Es, por tanto, falsa esa idea de que la Misa "vale" desde el Evangelio, ya que parece que con ello le damos poca importancia a todo lo anterior.

 

3. Preparados para poder comulgar 

No podemos olvidar que en la Santa Misa, el Señor se nos ofrece como alimento. Recibir al Señor en la Comunión es, por tanto, la manera más perfecta de participar en el Santo Sacrificio que es, al tiempo, Sagrado Banquete. Pero hay que recibirlo como se merece: con la debida preparación y el alma limpia (también es bueno que externamente se note que uno va aseado y digno).
Si tienes conciencia de algún pecado grave acércate antes a recibir la confesión sacramental. No la dejes para el último momento, a veces no puede haber sacerdotes confesando durante la Misa. Ocasiones como un funeral, o una boda, te animan a esa preparación concreta para recibir bien la comunión, confesándote si hace tiempo que no lo haces, eso te permitirá estar más unido al Señor y pedirle con más fuerza por esas personas concretas: la persona que ha fallecido, los nuevos esposos, etc.

 

4. Al terminar no salgas precipitadamente, es de bien nacidos ser agradecidos 

La Misa termina como empieza: besando el sacerdote el altar y retirándose hacia la sacristía. Es un signo de respeto y de delicadeza despedirlo desde el sitio donde uno se encuentra. Recuerda que el sacerdote representa a Cristo. Has estado con el Señor, y ese tiempo de estar con Él tienes que irlo viendo como lo que es: el tiempo entrañable de estar con un amigo. Por eso no es bueno irse deprisa, sino quedarse al menos unos instantes en intimidad con Él, para darles gracias por tantos dones recibidos y, si has comulgado, por haber venido a tu alma, pidiéndole que permanezca en ella.

 

  Para los que comulgan en la mano ¿Cómo hacerlo mejor?

Recibir dignamente la Comunión, en la boca o en la mano,  es signo de delicadeza de amor con el Señor.

1. PON TU MANO SOBRE LA OTRA A LA ALTURA DEL PECHO
Las dos manos entran en acción: es como si hicieras un trono al Señor, que es Rey de reyes. Recuerda que al acercarte a comulgar "pones en marcha" esa fe habitual con la que dices sí a Dios.
Ese sí interior supone tener el alma limpia de pecado grave. En el caso de que no sea así, antes de recibir al Señor, tienes que pedir perdón en la Confesión sacramental.
2. QUIEN DA LA COMUNIÓN DICE: «EL CUERPO DE CRISTO» Y TU RESPONDES: AMÉN
Al presentarte el sacerdote el Cuerpo de Cristo, te está invitando a que actualices en tu interior esa paz que trae el Señor, eso implica que tu corazón esté libre de odio e injusticia, que no haya ningún resentimiento para con nadie. Te invita, además, a que expreses ese sí a Cristo que te lleva a luchar para hacerlo presente en tus actos. Por eso no está de más hacer una pequeña inclinación de cabeza ante Dios que viene a ti, porque todo eso implica, por tu parte, la aceptación y el compromiso. 
3. LA HOSTIA CONSAGRADA SE DEPOSITA EN LA PALMA DE TU MANO EXTENDIDA

Una mano sostiene la otra, no te adelantes a coger la Sagrada Forma antes que se deposite en tus manos. Ten en cuenta que es siempre Dios el que lleva la iniciativa, el que sale a nuestro encuentro. Tú preséntale las manos como un mendigo de su amor, unas manos limpias en señal de la pureza del corazón. 

 
4. ACOGE LA HOSTIA EN LA PALMA DE TU MANO CON REVERENCIA

Ten en cuenta que vas a acoger el don del cielo, al mismo Cristo que se te ofrece como alimento, no hagas gestos raros. Tienes que poner en marcha esa naturalidad del amor, también en las actitudes externas, tratando santamente al que el Santo de los Santos.
5. ANTES DE RETIRARTE, TOMA LA HOSTIA CON LA OTRA MANO Y LLÉVALA CON DEVOCIÓN A TU BOCA.
Quédate un instante delante del ministro de la comunión, lleva la Sagrada Forma con los dedos índice y pulgar a tu boca, y no te retires antes de haberlo hecho. Como signo de respeto y veneración cuida de que no quede ninguna partícula en la palma de tu mano, porque allí también está el Señor. Si ha quedado alguna recógela con veneración y consúmela. Después es el momento de agradecer al Señor que haya venido a tu alma, y pedirle tantas cosas. 
 Nuestra Actitud en el Interior del Templo

 
¿qué hacer para que todos reconozcan que aquí está Dios? 

El cuidado por los pequeños detalles marca el estilo de una parroquia y un lugar de oración. No se trata de pensar que ciertos comportamientos sean pecado porque se hacen en el templo, pero, hoy en día parece que tendemos a perder el tono y, en algunas ocasiones, podríamos llegar hasta la mala educación. Vamos a señalar algunos detalles
en los que podríamos intentar poner especial interés:

1. HABLAR EN LA IGLESIA
La Iglesia es un lugar de oración y encuentro con Dios; Cristo, presente en el Sagrario, está deseoso de entrar en diálogo con sus hermanos los hombres, y para ello es necesario SILENCIO.
No es lo mismo cuando la Iglesia está vacía y hay unas personas haciendo limpieza, que cuando encontramos personas intentando hacer un rato de oración. Tenemos que ser especialmente delicados con nuestros hermanos y respetar ese silencio, necesario para su oración personal.
También es importante para crear buen clima antes de las celebraciones, ayudando a centrarse en el Misterio que se va a celebrar.

2. SALUDAR Y DESPEDIRSE DEL SEÑOR
El templo es lugar especial porque en él está el Sagrario, esto es, presencia verdadera, real y sustancial de Cristo mismo, nuestro Señor.
Cuando se entra en una casa se saluda a los habitantes de ésta, y se despide uno de ellos al salir; es regla de cortesía y cariño. Lo mismo hemos de hacer los cristianos, buscar, nada más entrar y al salir, el sagrario, y saludar al Señor como sólo a El es debido, con una genuflexión (poniendo la rodilla derecha en el suelo). 

3. APAGAR EL MÓVIL
Hoy se hace imprescindible hablar de
este tema, debido al uso masivo que hay de ellos (si no esperas una llamada importante déjalo en casa), pero si se te olvida apagarlo y suena durante la celebración, apágalo, cualquier noticia, por muy urgente que sea, puede esperar a que Cristo termine de hacer la obra de tu salvación. 

4. SENTARSE CORRECTAMENTE
El gesto de estar sentado es una forma de atender, por ello, la forma de hacerlo es importante. No podemos decir que estamos atendiendo cuando estás «caído» sobre el asiento. Las reglas de cortesía indicaban que no se debían cruzar las piernas cuando estabas ante alguien importante, sería bueno seguir esta norma de «protocolo humano», que podemos también adoptar «a lo divino». 

5. NO LLEGAR TARDE Y NO IRSE ANTES
Debido a la importancia de las celebraciones y, sobre todo, al personaje principal: Cristo. Hemos de cuidar el venir a la celebración con tiempo suficiente para no llegar tarde. Cuando se llega tarde o se sale antes se distrae a los demás. 

6. DETALLES DE CORTESÍA
La amabilidad debe caracterizar a los
cristianos en la celebración, así es importante:
- Corregir con cariño. Cuando se ha de llamar la atención a alguien hacerlo con toda caridad (los niños nunca pueden ser un estorbo para las celebraciones, si sus voces o movimientos nos distraen podemos indicar amablemente a los padres que sigan la Misa desde la capilla del Santísimo o bien lo hacemos nosotros).
- Ser amables. Cediendo el asiento a los más mayores, ceder el paso cuando nos acercamos a la comunión, no hacer las cosas con prisa, y menos a la hora de ir a comulgar...
- No encender velitas durante la Misa. Distraen a los que hay alrededor y esa acción, que es otra forma de oración, puede dejarse para después.
- Rezar al unísono con los demás. Cuando nos adelantamos o vamos despacio no se oye una sola voz, distraemos, no se entiende lo que decimos, a los niños les cuesta más aprender las oraciones.

 

La Proclamación de la Palabra de Dios


 

1. La dignidad de la Palabra de Dios requiere preparación previa.

AMOR A LA ESCRITURA. Es la Obra de Dios Espíritu Santo que se sirve del hombre para comunicarse con los hombres. Acostúmbrate a leerla con frecuencia.
UN SERVICIO a la celebración, no es un derecho o una manera de participar más.

LEER PREVIAMENTE LA LECTURA. Debido a la importancia de lo que vamos a proclamar hay que hacerlo con elegancia y soltura, para ello es necesario conocer previamente lo que se va a leer.
Para ello puedes subir al ambón o usar las hojas que hay con las lecturas

2. Conocer la celebración

Al disponernos a leer, hemos de conocer el ritmo de la celebración para no alterarlo. Para ello es necesario:
CUÁNDO. Saber el momento en que tenemos que intervenir para estar atento y no retrasar innecesariamente la ceremonia.
CÓMO. Hacer una reverencia, al altar o al sacerdote si pasamos por delante de ellos, o genuflexión, si pasamos ante el Santísimo.

3. Cómo leer la Palabra de Dios

NUNCA SE LEEN LAS LETRAS EN ROJO. El libro indica «primera lectura», «salmo responsorial» o «segunda lectura», también hace un resumen del contenido de la lectura; todo esto es indicativo, son las llamadas rúbricas y nunca se deben leer.
Se comienza con «Lectura...».
DESPACIO, CLARO Y SIN TEATRALIZAR. Se trata de proclamar, no de interpretar; si bien se puede enfatizar las palabras más importates, pero siempre evitando la impresión de una representación. La claridad de pronunciación (vocalizando) facilita la escucha atenta y devota de mis hermanos cristianos.
PALABRA DE DIOS, es la aclamación final que hace el lector, después de una brevísima pausa al terminar la lectura. Se hace mirando al Pueblo. Nunca se dirá «es Palabra de Dios» porque no se trata de explicar, sino de aclamar.

EL SALMO, es una pieza poética que utilizamos como aclamación a la primera lectura. El lector ha de estar atento para leerlo inmediatamente después. Se lee o canta la antífona y se repite con el Pueblo (no se dice: «repetimos todos»); para indicar cuándo se repite basta con levantar la vista y mirar al Pueblo. Quizá antes de leer la antífona podemos hacer la siguiente indicación: «a ésta lectura aclamamos diciendo...» 

4. Recomendaciones
CADA LECTURA TIENE SU ENTIDAD. Está recomendado que cada una de ellas, incluso el salmo, sea proclamado por un lector distinto; esto ayuda a destacar la importacia de cada una y favorece la atención del que escucha. 

DISTRIBUCIÓN DE LECTORES. A veces puede percibirse de forma evidente la falta de coordinación cuando no sale nadie o salen varios a la vez. Para evitarlo sería importante que, unos minutos antes de la celebración, haya disponibilidad para hacer este servicio, de tal manera que se sepa cuáles van a ser los lectorores, y cómo han de hacerlo.

 
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